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viernes, 30 de marzo de 2012

Mussolini

MUSSOLINI


SU VIDA

Benito Amilcare Andrea Mussolini (Dovia di Predappio, Forlì, 29 de julio de 1883 – Giulino di Mezzegra, 28 de abril de 1945) fue un militar, político y dictador italiano. Primer ministro del Reino de Italia con poderes dictatoriales desde 1922 hasta 1943, cuando fue depuesto y encarcelado brevemente. Escapó gracias a la ayuda de la Alemania Nazi, y recibió el cargo de presidente de la República Social Italiana desde septiembre de 1943 hasta su derrocamiento en 1945, y posterior muerte por ejecución.
Mussolini —también conocido como el Duce— pasó de ser el número 3 en el escalafón del Partido Socialista Italiano y dirigir su rotativo Avanti!, a promover el fascismo dentro de Italia. Durante su mandato estableció un régimen cuyas características fueron el nacionalismo, el militarismo y la lucha contra el liberalismo y contra el comunismo, combinadas con la estricta censura y la propaganda estatal. Mussolini se convirtió en un estrecho aliado del canciller alemán Adolf Hitler líder del Nazismo, sobre quien había influido. Bajo su gobierno, Italia entró en la Segunda Guerra Mundial en junio de 1940, como aliado de Alemania Nazi. Tres años después, los aliados invadieron el Reino de Italia y ocuparon la mayor parte del sur del país. En abril de 1945, trató de escapar a Suiza, pero fue capturado y fusilado, cerca del lago de Como por partisanos comunistas. Su cuerpo fue llevado a Milán donde fue ultrajado.


II GUERRA MUNDIAL

El 22 de mayo de 1939 Galeazzo Ciano, ministro del exterior italiano, firma el Pacto de Acero con Alemania, que muestra oficialmente el nacimiento de una alianza vinculante ítalo-alemana.
Cuando la Segunda Guerra Mundial se acercaba, Mussolini anunció su intención de anexionar Malta, Córcega y Túnez. Habló de la creación de un «Nuevo Imperio Romano», que se extendiera desde el este de Palestina hasta el sur a través de Libia y Egipto y hasta Kenia.

 El 30 de mayo, Mussolini encarga al general Ugo Cavallero que envíe a Hitler un escrito, en el que afirma que la guerra es inevitable pero que Italia no estará lista para afrontarla antes de tres años.[23] Los italianos no entienden la gravedad de la situación hasta que, en la Conferencia de Salzburgo de agosto de 1939 los alemanes afirman su decisión de resolver sus diferencias con Polonia mediante las armas.[23] Los alemanes afirman que será un conflicto restringido mientras que los italianos están convencidos de que desencadenará una guerra mundial.[23] Proponen resolver la discordia en una conferencia internacional similar a la de Múnich del año anterior, a lo que los alemanes se niegan.[23] Durante el resto de agosto Mussolini reitera la incapacidad de su país para entrar en guerra y su deseo de permanecer neutral si esta estalla.

 No obstante los mensajes tranquilizadores del alto mando alemán, el ejército nazi invade Polonia el 1 de septiembre, determinando así el inicio del conflicto. Mussolini declara la «no beligerancia», gracias a la cual Italia se mantendrá momentáneamente fuera de la guerra.[23]
Los objetivos políticos de Mussolini (la desaparición de la flota británica del Mediterráneo, la extensión de la influencia italiana en los Balcanes, la recuperación de Niza y Córcega de Francia y la adquisición de Túnez y la Somalia francesa) no requerían de la guerra para su consecución y se podían lograr más sencillamente mediante un acuerdo internacional parecido a la Conferencia de Stresa de 1935.[23] Su objetivo era un equilibrio político en Europa en el que Italia desempeñase el papel central.[23] Una guerra total no favorecía estos objetivos y el país no estaba preparado ni militar ni económicamente para ella.[23] Cualquier resultado era, además, perjudicial para el régimen italiano: una victoria alemana lo convertiría en un estado títere de Hitler mientras que la aliada acabaría con el sistema fascista.[23]

El mismo estallido de la guerra había perjudicado ya la situación italiana: el abastecimiento crucial de carbón alemán, que se realizaba fundamentalmente por barco desde el puerto holandés de Rotterdam se resentía del bloqueo británico.[23]
El 10 de marzo de 1940 Mussolini acoge en Roma al ministro del exterior alemán Joachim von Ribbentrop, y siete días después a Hitler en el Brennero, recibiendo de ambos fuertes presiones para entrar en guerra al lado de Alemania. El 16, 22, 24 y 26 de abril recibe otros mensajes de Churchill, Paul Reynaud, Pío XII y Roosevelt que le piden que se mantenga neutral. Mussolini duda entre ambos frentes de presión, esperando ver hacía donde se carga la balanza por el poder de las armas.

Ante los extraordinarios e inesperados éxitos de los nazis entre abril y mayo de 1940, Mussolini considera que la guerra está ya decidida a favor de la Alemania Nazi y el 10 de junio declaró la guerra a Francia e Inglaterra. Sus objetivos siguen inmutables pero cree que ha llegado el momento de cambiar de táctica: piensa que la intervención italiana debilitará definitivamente a los británicos en el Mediterráneo haciéndoles solicitar la paz y, a la vez, su beligerancia atemperará las exigencias alemanas, logrando así el ansiado equilibrio.[23] Su decisión es personal y no cuenta con la aprobación de los círculos de poder en Italia, que la consideran equivocada.[23]
En el frente con Francia, las tropas italianas tomaron inicialmente una actitud defensiva, sea por falta de una artillería adecuada, sea por renuencia a atacar a sus vecinos.
Por ello, los primeros en tomar la iniciativa fueron los aliados: aviones británicos que partían de aeropuertos franceses, bombardearon Turín la noche entre el 11 y el 12 de junio. A esta agresión, los italianos responden bombardeando las bases militares de Hyères y Tolón. El 14 la zona industrial de Génova fue bombadeada. El ejército italiano recibió orden de pasar a la ofensiva, programada para el 18 del mismo mes. En esta breve campaña, el ejército italiano tuvo 1247 bajas (muertos o desaparecidos), mientras que el ejército francés apenas tuvo algo más de 200 víctimas mortales.[24]
El 22 de junio Francia firma el armisticio con Alemania. El 18, Mussolini participa en un encuentro en Múnich, Baviera con Hitler para discutir la inesperada rendición: las condiciones de paz solicitadas por el Duce[25] fueron atendidas solo parcialmente, ya que Hitler temía debilitar al nuevo gobierno del mariscal Pétain.[23] La esperanza de que Gran Bretaña solicite la paz tampoco se cumple.
El 24 de junio, Francia firma el armisticio con Italia, reconociendo, además de la ocupación de algunas zonas, la concesión de una parte de territorio francés del límite y la desmilitarización de una franja de 50 millas a lo largo del confín ítalo-galo y líbico-tunecino.
Ante la noticia de un inminente desembarco en Inglaterra de los alemanes, Italo Balbo, gobernador de Libia, recibió orden de avanzar a Egipto, en ese tiempo protectorado inglés. Pero el 28, mientras sobrevolaba Tobruk que era bombardeada por los ingleses, el avión donde iba fue abatido por las baterías antiaéreas italianas.
El 3 de agosto de 1940, Mussolini ordenó a sus fuerzas destacadas en el este de África que atacaran al ejército británico en el Sudán, Kenia, y la Somalilandia Británica. Después de algunos éxitos iniciales, que permitieron a los italianos hacerse con la Somalilandia Británica y avanzar un poco en el Sudán y Kenia, detuvieron la marcha y comenzaron a fortificar sus posiciones. El 13 de septiembre de 1940, las fuerzas italianas en Libia atacaron a las británicas en Egipto. Tras los tres primeros días de éxito, los italianos tuvieron que detener su avance en Egipto a la espera de suministros. Esto permitió que sus adversarios se recuperasen.

Las iniciales victorias parciales se mostraron efímeras, ya que la guerra se prolongaba más allá de lo previsto, revelando así la falta de preparación, la desorganización y las deficiencias del ejército italiano. En África, desde diciembre de 1940 los ingleses comenzaron una vigorosa contraofensiva que les llevará a conquistar toda el África Oriental italiana para junio de 1941. Las últimas tropas italianas se rendirán en Gondar para el 21 de noviembre. La superioridad numérica y tecnológica de los ingleses[26] y la progresiva pérdida de la iniciativa de la marina italiana[27] condujeron a la derrota italiana.
Tras ellos, los encuentros entre las dos marinas enemigas se limitaron, por parte italiana, a la guerra submarina, a la protección de las rutas de aprovisionamiento entre Sicilia y Libia, a esporádicos intentos de interceptar algún convoy inglés entre Gibraltar y Alejandría y a operaciones temerarias realizadas por comandos. El control del Mediterráneo se encuentra en manos británicas.[23]
El 27 de septiembre de 1940, Italia, Alemania y Japón se unen en el Pacto Tripartito, al que se adherirán –durante la guerra– Hungría, Rumania, Eslovaquia, Bulgaria y Yugoslavia.
El 19 de octubre Mussolini envía una carta a Hitler en la que le comunica su intención de atacar Grecia. La respuesta no se hace esperar buscando disuadir al Duce pero este responde diciendo que ya habían iniciado los ataques.
El 25 de octubre de 1940, Mussolini envió un contingente expedicionario de la Regia Aeronautica a Bélgica, con el fin de tomar parte en la Batalla de Inglaterra. La flota mixta italiana de cazas y bombarderos tuvo un éxito limitado, por lo cual fue retirada a principios de 1941.[28]
La invasión de Grecia terminó en desastre: el invierno y el territorio montañoso obstaculizaron cualquier intento de avance, ya que el equipo militar italiano era completamente inadecuado. El ejército griego –reforzado por más de 70,000 militares ingleses– se mostró más aguerrido y organizado de lo previsto, siendo determinante el apoyo aéreo y marítimo inglés. Así, el ejército italiano tuvo que replegarse a territorio albanés y desde ahí detener la contraofensiva griega. La previsión italiana era la de una campaña corta y una rápida capitulación griega, pues el ejército no estaba preparado para una guerra larga.[23] La inesperada resistencia griega estuvo a punto de hacerle perder el control de Albania y supuso la humillación de Mussolini ante Hitler, al que llegó a solicitar ayuda para estabilizar el frente.[23]

En enero de 1941 Hitler prometió a Mussolini el envío de tropas alemanas sea en apoyo de la guerra contra Grecia sea también en África del Norte. Este hecho marca el fin de la guerra paralela y la progresiva dependencia de Alemania por parte del ejército italiano.
Tras sofocar un golpe de estado organizado por los ingleses en Yugoslavia, el ejército italiano reinició la campaña de Grecia. El 21 de abril, Grecia se rinde ante Alemania. Tras protesta de Mussolini, Hitler mandó repetir el acto de rendición y la firma del armisticio ante autoridades italianas (el 23 del mismo mes).
El 12 de diciembre, Italia declara la guerra a los Estados Unidos.


EL FINAL DE MUSSOLINI

La decisión de ajusticiar a Mussolini fue tomada en el transcurso de pocas horas, en un contexto en el que era muy difícil para los partisanos comunicarse con Roma y reunir de inmediato al Comité de Liberación Nacional (CLN). Los partisanos que habían conducido la operación de captura sólo alcanzaron a informar al comando de Milán, que envió inmediatamente a un grupo de partisanos y algunos emisarios políticos como Aldo Lampredi, Pietro Vergani y el militante comunista Walter Audisio, conocido como "Coronel Valerio", este último venía con las instrucciones de dar una muerte violenta a Mussolini.

Según versiones posteriores que se hicieron oficiales, se autorizó a Clara Petacci el reunirse con Mussolini en Dongo. Fueron despertados, llevados en un vehículo por unas curvas sinuosas cerca del Lago Como y bajados a las puertas de una villa campestre en Giulino di Mezzegra. Una vez bajados de los vehículos, Audisio leyó una breve sentencia en nombre del pueblo italiano y a continuación levantó su ametralladora para dar muerte a Mussolini. Audisio ordenó, "Agachate!"; Clara Petacci abrazo a Mussolini e intentó interponerse. Disparos fueron realizados y Pettaci cayó muerta. Justo después Mussolini abrió su chaqueta y gritó "¡Disparame en el pecho!". Audisio le disparó en el pecho. Mussolini cayó pero no murió y estaba respirando con dificultad, Audisio se acercó y lo ultimó con un certero balazo en el corazón.
La ejecución se realizó el 28 de abril de 1945; según la versión oficial, Mussolini fue fusilado, junto a Clara Petacci, en Giulino di Mezzegra, cerca de Dongo. El método casi secreto y expeditivo de la ejecución fue decidido por la presunta intención de los Aliados de capturar vivo a Mussolini y procesarlo ante un tribunal internacional (con la posibilidad que fuese condenado a una pena menor o absuelto), mientras muchos partisanos exigían por el contrario que se aplicase pena de muerte al Duce tal como había sido decretada por el CLN italiano.
Los cadáveres fueron trasladados en la tarde del mismo 28 de abril en un camión a Milán, en el trayecto no se permitió a nadie acercarse a los cuerpos y éstos fueron dejados el día 29 en la Plaza Loreto de esa ciudad. Allí fueron sometidos a toda clase de ultrajes por la muchedumbre. El servicio de policía compuesto por partisanos y bomberos, colgó luego los cadáveres cabeza abajo en una gasolinera de la plaza.[30] Esto se hizo para confirmar públicamente su muerte, y como gesto de humillación y venganza partisana, ya que en ese mismo lugar se habían colgado meses atrás los cadáveres de 15 partisanos antifascistas. El cadáver de Mussolini fue desfigurado a golpes a tal extremo que su rostro resultó casi irreconocible, algo menos ocurrió con Petacci. Aún muertos fueron objeto de crueles burlas e incluso fueron colocados uno al lado del otro para ser fotografiados en la morgue. Horas más tarde los líderes locales del CLN decidieron cesar la exhibición y retirar los cuerpos, éstos fueron colocados en cajones de madera con paja en su interior y retirados para sepultarse en tumbas anónimas.
Poco después del final de la guerra, los restos de Mussolini fueron robados del cementerio de Musocco por obra de un grupo de neo-fascistas autodenominados «SAM-Squadre d'Azione Mussolini» y capitaneados por Domenico Leccisi.[31] El cuerpo de Mussolini estuvo desaparecido varios meses. Después de la restitución a la familia, su cadáver fue trasladado a la capilla de Predappio.
El mismo 29 de abril Adolf Hitler se enteró detalladamente de lo ocurrido con Mussolini y su amante e hizo los arreglos para que no sucediera lo mismo con su cuerpo después de fallecer, en consecuencia mandó que su cadáver y el de Eva Braun fuesen posteriormente quemados.

Declaración de Guerra de Mussolini.

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